18.4.06

De los tiempos mozos...

El día anterior había sido tu cumpleaños, gozabas de 15 años; yo, no tenía más que regalarte que una tonta paleta de chocolate y... a mí.

Ese día, poco antes de que llegaras había hecho un juego, de esos absurdos que solías hacer en secundaria y los resultados habían sido que tu y yo seríamos novios... disparatado no?

Cuando llegaste y esperábamos a los demás, me enseñaste una colección que tenías, una colección de billetes, eran ya viejos algunos y eran bastantes, me dijiste que esa colección era muy importante para ti y querías mostrarmelos... Los miré por un rato y después me pediste que los guardara.

Pronto llegaron mis dos mejores amigas y el tuyo. Listos para nuestro viaje abordamos el autobús y hábilmente ellos provocaron que tu y yo nos sentáramos juntos, sabían que lo deseábamos, pero no nos atrevíamos a hacerlo.

No recuerdo con exactitud la conversación durante el viaje, pero sé que me sentía más segura y tranquila conforme pasaba el tiempo. Cuando descendimos del autobús comenzó la discusión, había dos lugares en cuestión y debíamos decidir en donde pasar el tiempo. Yo deseaba ir a “Las Fajanas” y tú “Al paraíso” (curiosos nombres lo sé), el trayecto a pie fue largo, así que la discusión se llevó acabo entre juegos y pláticas... finalmente y cuando nos encontrábamos en la crucial desviación, optamos por lanzar una moneda al aire y que el azar lo decidiera... “El paraíso”, aún recuerdo perfecto tu mueca de triunfo transformada en un gesto de ternura para que no me enfadara.

Pasamos un buen rato jugando, y antes de entrar en las albercas decidimos dar un paseo por los alrededores, nadie quiso acompañarnos. Los tres nos dijeron que nosotros éramos los únicos con alma exploradora y que estaban cansados. Comenzamos a caminar y a alejarnos cada vez más y más, nos topamos con la orilla de un rió; aun me permito escuchar de vez en cuando el sonido de aquel día, el agua corriendo, el viento haciendo vibrar las hojas de los árboles y a lo lejos risas acompañadas de la melodía de alguna canción.

Decidimos sentarnos en las raíces de un árbol a contemplar aquella maravillosa vista que nos ofrecía la naturaleza. Tu traías puesto sólo pantalones cortos, y podía apreciar tu piel suave y tu cuerpo esbelto, y aquel peculiar lunar que tienes en la pierna.

Comenzamos a hablar sobre la banda de guerra, una de nuestras pasiones de escolares. El viento comenzó a soplar cada vez más fuerte, de manera que la naturaleza parecía conspirar a nuestro favor; me abrazaste para que dejara de temblar por el frío, ya lo habías hecho antes, así que no había de que preocuparse.

Nos quedamos en silencio un buen rato, y de pronto, comenzaste a tararear una de las marchas, susurrabas en mi oído cada toque de tambor, podía sentir como mi corazón latía al ritmo de las asonancias que expresabas. Te seguí un poco y en cuanto me escuchaste, pude sentir los latidos de tu corazón más acelerados. Comenzamos a jugar sin dejar de tararear la marcha. Guiños y miradas que expresaban las palabras que por nervios no podíamos articular.

Todo comenzó con pequeños mordiscos; cuando mordiste mi mejilla, no pude más que cerrar los ojos y luego pude sentir tus labios rozando los míos, me diste un gran beso, uno como jamás había probado.

Después de eso continuamos abrazados y besándonos por un largo tiempo, sentados disfrutando uno del otro..., después nos levantamos y ahí al pie del árbol justo en la orilla del rió nos quedamos abrazados sin decirnos nada, podía sentir tu piel, tu aliento, tus latidos uno a uno, conseguían que me sintiera radiante.

Por encima de tu hombro logre ver que alguien se acercaba, era una de mis amigas quien al vernos le habló a los demás, sólo se acercaron para comprobar que estábamos bien y se fueron.
– Vámonos, ya han venido a buscarnos – Me abrazase de nuevo y me diste un beso.
– Y, ¿cómo quedamos? – Torpemente pregunte.
– Pues como novios!! No? – Te sorprendiste por mi pregunta
– Estas seguro?
– Si!!
– Pero... no me lo has pedido (aahh!! La mujer siempre haciéndolo formal)
– Quieres ser mi novia? – Me preguntaste sonriendo tiernamente
– Sip!!!
– Ok!!, Ahora si ya somos novios!!!

Regresamos y nos unimos a nuestros amigos, quienes nos separaron para preguntarnos que había pasado; yo, conté algunas partes, no sé tu!! Nos pasamos una tarde excelente, jugueteando juntos en la alberca, deslizándonos en los toboganes... como verdaderos peces en el agua.

Teníamos que marcharnos, así que debíamos hacer el necesario aseo personal. Al vernos de nuevo me diste un enorme beso y exclamaste: – Sabes a crema!! – aún me hace reír el comentario; Tu me enseñaste sobre los besos “con sabor”.

Debíamos despedirnos, y yo no dejaba de mirarte durante todo el trayecto; esa mirada tierna e inocente que jamás olvidare, esa sonrisa magnifica que hacía que se iluminara mi día y esa manera aniñada de comerte la paleta. Debías bajar del autobús antes que yo y te despediste con un beso...
Sólo atiné a murmurar – Sabes a chocolate!! –

No he conocido a nadie como tú, ni con quien logre vivir un sueño tan perfecto como aquel; fuiste eres y serás, siempre mi gran sueño, mi primer amor.
Que seas muy feliz con tu esposa y tus bebes. LMLC